El festival de Woodstock de 1969 fue una celebración de paz y música, pero la edición de 1999 quedó marcada por la ira, los disturbios y la destrucción. ¿Por qué?
#temporada_vista Moraleja principal, si tiene cara desagradable (lo digo por el principal organizador del evento), es que es un bicho de mucho cuidado.
Desde el punto de vista de la narración de los hechos, bien pero sobran los análisis antropológico-socilógicos y el elenco de entrevistados, más allá del equipo técnico del concierto, parecen los candidatos al concurso del idiota del año. Mención especial para los simio-artistas, creo que sólo se salva Jewel aunque tampoco es que hable demasiado.
Lamentablemente, creo que el documental me reafirmará aún más en el prejuicio de que todo cristo es escoria.
Resumen final, entretiene y encabrona a partes iguales.