Nadie se va a reir


Juan Soto Ivars, 2022

En los últimos años, ninguno de los casos judiciales contra la libertad de expresión ha suscitado tan poco apoyo social y político como el de Anónimo García: un extraño personaje que convirtió el engaño a los medios de comunicación en una forma de expresión artística junto a un grupo de compañeros heterodoxos y bohemios. Mientras los supuestos defensores de la creación libre protestaban por la condena al rapero Pablo Hasél, Anónimo también era condenado, despedido de su trabajo y difamado por la prensa amarilla sin que nadie se dignase a explicar la verdad y ofrecer un contexto. ¿El motivo? Anónimo se había atrevido a parodiar el tratamiento sensacionalista del que ha sido, sin lugar a dudas, el episodio mediático más sensible de las últimas décadas en España.

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