En los días posteriores a la rendición de Alemania en Mayo de 1945, un grupo de jóvenes prisioneros de guerra fue entregado a las autoridades danesas y enviadas a la costa Oeste. Allí se encargarían de desactivar y eliminar más de dos millones de minas que los alemanes habían plantado en la aerna a lo largo de la costa. Con sus manos desnudas, los prisioneros fueron obligados a realizar el peligroso trabajo a las órdenes del sargento danés Carl Leopold Rasmussen.